Blog

 
 
 
 

Mis convicciones son parte de un sistema de ideas que me impulsan o me frenan de tomar ciertas acciones, por encima de las circunstancias del momento. Puedo ser consciente o no de mis convicciones y todo va a depender del nivel de autoconocimiento que tenga.

Lo primero es tratar de entender, ¿qué es una convicción? Podemos describir una convicción como una creencia que está sujeta a suficiente evidencia como para considerarse cierta. Es importante tener convicciones claras porque es lo que hace que pensemos y sintamos de determinada manera. Como una especie de lenguaje que nos deja saber a nosotros mismos y a los demás cómo navegamos la vida y cómo alcanzamos nuestras metas y objetivos.

1. ¿Qué pasa cuando nuestras convicciones son retadas?

La vida diaria se encargará de presentarnos oportunidades y obstáculos, y será nuestra decisión elegir cómo manejarnos en esas situaciones. A veces podrán llegar oportunidades que deseemos tanto, que hasta nos hagan dudar de nuestras propias decisiones.

Puede que en algún momento descubramos que creemos en algo de forma conceptual, pero al ver esta creencia retada por algo que deseamos mucho, entremos en conflicto y sucumbamos a tomar una decisión opuesta a nuestros ideales. Esto nos enseña acerca de nosotros mismos, nos invita a conocernos mejor y a revisar nuestras creencias y lo que pensamos alrededor de ellas.

Podremos sentirnos contrariados o hasta culpables si algo así nos llega a pasar, pero es importante observarnos y hacer el ejercicio de ver la situación en sí y de porqué nos causó un conflicto mantener nuestras convicciones. Tratándonos con compasión y ver cómo puede ser una oportunidad de autoconocimiento y de crecimiento personal.

Ya sea que cambiemos de creencia o no, tenemos la posibilidad de aprender algo acerca de nosotros mismos.

2. ¿Qué pasa cuando mis convicciones dañan a otros?

Creo que nuestro crecimiento no debe suponer el daño de alguien más. Si alguna de nuestras creencias supone, por ejemplo, manipular o extorsionar a otros, no será la forma adecuada de alcanzar nuestros objetivos, por más que lo creamos así. O por más normalizado que esté.

El desarrollo profesional que atenta contra el bienestar de otro ser humano, está injustificado. Puede que otras personas tengan opiniones diferentes y opuestas a las nuestras, aun así nuestro trabajo no es cambiarlas. Tampoco porque una persona este en desacuerdo con nuestras ideas debemos abandonarlas. Pero si estamos conscientes de que nuestras convicciones nos llevan a acciones que dañan directa o indirectamente a otros, debemos evaluarlas.

3. ¿Qué pasa cuando mis convicciones no se alinean con las de mi ambiente?

En este caso es imprescindible que hagamos un análisis de la situación y tomemos una decisión, ya sea adaptarnos a nuestro ambiente sin violentar nuestras convicciones; o últimamente, removernos de ese ambiente. Ser parte de un ambiente que funciona con determinadas reglas y llegar a imponer nuestras convicciones sin duda causará conflictos. Pero igual dejar que se nos impongan ideas contrarias a nuestras creencias causará una resistencia en nosotros.

El permanecer en un ambiente en el cual causamos conflicto o se nos produce una resistencia, sin tomar una decisión de cómo abordarlo solo nos hará sentir peor.

Sería un buen momento para preguntarnos qué justificación tiene hacer algo que requiera un compromiso y una negociación de nuestras convicciones, y a cambio de cuáles resultados nos sentiríamos satisfechos haciendo esos cambios.

Por ejemplo, imaginemos que somos parte de una compañía y nos damos cuenta de que esa compañía manejan el dinero de manera ilícita. Estamos conscientes de que es así y nos hacemos partícipes de ese proceso siendo empleados de esa compañía, aunque no estemos de acuerdo con sus acciones. Hacemos un llamado de atención a nuestros superiores pero ellos nos responden con que así se manejan las cosas en esa compañía y que si queremos ser parte de ella, nos tenemos que adaptar.

El error sería que aun estando en desacuerdo, no renunciemos pero encima nos quejemos todo el tiempo de las circunstancias. Esta decisión solo nos hace cómplices de algo con lo que estamos fundamentalmente en desacuerdo, y eso es lo que nos produce malestar.

Podemos modificar nuestras convicciones, negociarlas con nosotros mismos o retirarnos del ambiente en sí.

4. Que mi ambiente no dicte mis convicciones

A veces puede que vengamos de lugares “pequeños”, y no estemos acostumbrados a alzar nuestra voz o a cuestionar a otros. A veces podemos venir de lugares un tanto descuidados o hasta problemáticos. Pero nuestra responsabilidad es entender que  nuestro ambiente no puede dictar nuestras convicciones. Las circunstancias, los problemas y las condiciones poco ideales pueden ser parte de uno u otro ciclo que estemos viviendo, pero no debemos desesperarnos y cambiar nuestra fibra moral porque nuestra situación de vida sea más problemática que en otros momentos.

Parte de nuestro trabajo es sobrepasar esas situaciones de inestabilidad e incertidumbre apoyándonos precisamente en nuestras convicciones personales y profesionales.

Teniendo en cuenta la dinámica interactiva entre nuestras convicciones y el mundo que nos rodea, ¿alguna vez te has encontrado en una situación en la que tus creencias fueron puestas a prueba? ¿Cómo la manejaste y qué aprendiste de esa experiencia?