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Recientemente, un colega se puso en contacto y me invitó a unirme a un proyecto. A medida que explicaban los detalles, quedó claro que el concepto no se alineaba con los con los que me siento identificada. En lugar de expresar mis preocupaciones de inmediato, escuché pacientemente hasta que concluyó la presentación. Les agradecí por su tiempo y consideración, y les dije que respondería en un plazo de 24 horas.

Este proyecto resonó con estereotipos negativos con los que a menudo lucho, tanto en mi entorno laboral como en mi vida diaria. A pesar de esta conciencia, me tomé un momento para reflexionar, sopesando los pros y los contras de mi decisión. Me di cuenta de que no me gustara la idea detrás del proyecto no justificaba negarme abrutamente, y que quería pensar la situación un poco más a fondo.

Lo que quiero decir es que incluso si el proyecto no se ajusta a tus preferencias, abórdalo con sensatez. Sé atento y cortés, incluso si decides rechazarlo en el acto. Rechazar el proyecto no significa que la persona que lo ofrece merezca críticas o incomodidad.

Esto me lleva a mi segundo punto: la vida rara vez se ajusta a categorías claras. El espectro es mucho más amplio que simple blanco o negro; a menudo navegamos en áreas grises. Identifica lo que despierta tus reservas sobre el proyecto y equilibra eso con posibles resultados positivos. Estos podrían incluir la formación de valiosas relaciones laborales, colaboraciones con artistas en nuevos géneros o trabajar con productores que admiras. Evalúa hasta dónde estás dispuesto a ceder.

Escuchar tu brújula moral es sabio, siempre y cuando provenga del lugar correcto. Nuestras creencias provienen de experiencias e información, pero no siempre conducen a decisiones óptimas. El sesgo puede nublar nuestro juicio, así que considera si tus sentimientos están alineados con tus objetivos. ¿Hay una oportunidad oculta? ¿Este proyecto choca con tus valores o te impulsa hacia ellos? La vida no viene empacada ordenadamente; aprende a leer entre líneas. Busca consejo en colegas de confianza o mentores cuando estés indeciso.

A partir de esta experiencia, aprendí a nutrir relaciones profesionales, abrazar la flexibilidad y mantener la objetividad al tomar decisiones relacionadas con el trabajo. Si un proyecto se aleja demasiado de mis objetivos o contradice mis valores, es probable que decline.

Compartí esta historia con personas fuera del ámbito laboral, y algunos preguntaron: ¿Y el ingreso potencial? ¿Rechazarlo podría significar renunciar a avances económicos? Si bien es tentador centrarse en ganancias inmediatas, perseguir metas a largo plazo requiere una consideración cuidadosa. Las facturas deben pagarse y las vidas deben vivirse, pero alinear las decisiones laborales y personales sigue siendo crucial.

Por si tienes curiosidad, mi colega y yo no colaboramos en ese proyecto, pero trabajamos juntos en otro proyecto posteriormente. No hubo ningún problema.

¿Y tú? ¿Has enfrentado recientemente una situación laboral donde tus creencias fueran desafiadas al tomar una decisión?